Newsletter 168 – 01.07.2024
No hay duda de que la uva es una fruta exitosa para los países australes. Por un lado, la misma está ganando popularidad gracias a que sus características se adaptan perfectamente a la vida moderna: mientras que el consumo de las frutas clásicas decae, el de la uva gana nuevos espacios. Es una baya fácil de consumir y transportar, con una presencia atractiva, dulce, fresca, agradable al paladar, sin semilla y que permite consumir porciones pequeñas. A esto se suma para los países australes la ventaja de ingresar durante la contra estación, cuando faltan frutas frescas; y la uva resulta una alternativa atractiva frente a las pomáceas, bananas y cítricos. Gracias a los envases pre-packs, son fácilmente manipulables para las grandes cadenas. Ningún supermercado del norte puede prescindir de la uva, siendo una fruta fundamental durante todo el año. Se presta para hacer numerosas promociones. Como no se la puede conservar con calidad adecuada por mucho tiempo, los países del norte no pueden competir con su producción con la del hemisferio sur. Por otro lado, por ahora no se logra producciones satisfactorias en regiones más tropicales, siendo el tema cualitativo una limitante. Todo esto lleva a que los mercados del norte dependen durante la contra estación de las producciones australes. Perú, Chile y Sudáfrica se mantienen como los principales exportadores del mundo. Este año el Hemisferio Sur exportó unos 1,45 millones de toneladas, volumen levemente superior al 2023 (+2%) y al promedio histórico (+4%). Chile y Perú aportaron cada uno medio millón de toneladas. La oferta es completada por Sudáfrica con unas 330.000 tons y en menor medida por Brasil (60.000 tons).
Pero lograr este éxito, y aún más, mantenerse en la cresta de la ola, no es nada fácil. Cada campaña es un nuevo desafío, con imprevistos y sorpresas. Lograr abastecer a los mercados externos con las mejores calidades, de las variedades buscadas, en un envase práctico y con un ritmo de arribo semanal constante es casi un imposible. En especial este último punto es muy complicado. Por un lado, está el clima cada vez más imprevisible, siendo los accidentes climáticos la regla. Ya no se habla de un hecho extraordinario puntual, sino que el clima extremo es lo normal. En contraposición la uva es una fruta delicada que se ve muy afectada por lluvias e inundaciones, heladas tardías, sequías o temperaturas extremos. Esto hace difícil predecir de cómo se presentará la campaña. Además, una vez obtenida una adecuada cosecha, está la logística para lograr que la misma llegue a los supermercados en el menor tiempo posible sin perder calidad, ni condición. Esto se contrapone con conflictos sociales (huelgas, paros) y políticos (corte de ruta), retraso de los buques (complicaciones en la carga, fuertes vientos, tormentas) y problemas climáticos (lluvias en cosecha, nevadas en los mercados del norte). Todos estos inconvenientes son habituales, por lo cual la planificación de los envíos, así como los compromisos de entrega tiene que tener cierta flexibilidad. Esto nuevamente choca con la organización de las grandes cadenas, que pretenden disponer de un proveedor seguro y que entregue la mercadería en tiempo y forma. Ante las dificultades surgidas en los últimos años, los supermercados están optando por no depender de un solo proveedor, sino tener más de uno y de diferentes regiones.
Para que la uva siga siendo una fruta atractiva hay que anticiparse a los cambios que se esperan en el consumo. Por un lado, trabajar mucho el tema cualitativo. Solo con fruta de calidad se puede mantener e incrementar el consumo. La fruta se compra por placer, no por necesidad. La compra no se decide por el precio (dentro de un rango lógico), sino por su atractivo visual y la experiencia previa, que nos da una pauta si la misma cumple con la expectativa de sabor y experiencia culinaria. Para lograrlo hubo una fuerte renovación varietal, la cual en la uva fue más marcada que otras frutas y en el hemisferio sur más marcado que en el norte. En muy pocos años los productores australes se volcaron masivamente a las variedades nuevas. En la temporada que está por finalizar la participación de las patentadas en las exportaciones fueron del 70-75% para Perú y Sudáfrica y del 60% para Chile. Dentro de estas ya hay claras ganadoras. En el grupo de blancas la Sweet Globe pasó a ser la más exportada, sacando a la Thompson de ese lugar. Otras blancas exitosas son la Autumn Crips, Arra 15, Timpson, Ivory, Early Sweet. Dentro de las rosadas la Allison y Sweet Celebration han desplazado a la Flame; se suman la Timco, Jack Salute, Scarlotta, Tawny y Starlight. En las negras se destaca Mignight Beaty, Sable, Sweet Joy, Adora, Melody y Sweet Sapphire.
Otro desafío que se presentará en el futuro son los envases que se utilizan para armar los pre-packs. Son de plástico, teniendo este material muy mala prensa desde el punto de vista ecológico. Estos envases fueron fundamentales para el éxito que tuvo la uva. Son fácilmente manipulables para las cadenas y el consumidor y reducen las pérdidas, otro aspecto a tener en cuenta la sustentabilidad. Por lo cual fueron una solución, que hoy se torna en un problema.
Extremos climáticos, conflictos sociales, dificultades logísticas, sustentabilidad, crecientes costos, cambio en preferencias del consumidor, nuevos competidores, son los desafíos a los que se tienen que enfrentar los productores australes en cada campaña para seguir siendo exitosos en este negocio.