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Precios históricamente malos, que en algunas semanas de la temporada 2019-2020 han sido 49% más bajos que la campaña pasada en Estados Unidos, tienen complicado al sector. Sin embargo, la industria ve espacios para salir adelante gracias a las buenas condiciones locales para producir y al trabajo que se está haciendo para mejorar la calidad de las exportaciones chilenas.

A fines de 2019, la situación no era buena. Los arándanos chilenos se transaban a US$ 4,52 el kilo FOT en la costa Este de Estados Unidos, una baja importante respecto de los US$ 8,9 que alcanzó la última semana del año anterior.

Desde los años 80 que la demanda de Estados Unidos fue el motor histórico de los arándanos chilenos. Un cultivo que en las siguientes décadas se desparramó por el país, llegando a las 18.373 hectáreas.

Sin embargo, este 2020, a medida que enero avanzó, la caída en los precios se agudizó. En la tercera semana, el precio en la costa Este llegó a US$ 3,84 por kilo FOT, una baja de 49,5% respecto de la misma fecha del año pasado.

En el caso de los envíos a China, que aumentaron como vía para eludir los malos resultados de Estados Unidos, los precios fueron mejores que los norteamericanos, con US$ 5,77 por kilo en la semana 3, pero inferiores a los US$ 8,32 por kilo logrados en la misma semana de la temporada anterior.

Un golpe directo al mentón.

“Los arándanos están muy complicados”, resume Manuel José Alcaíno, presidente de Decofrut.

Las explicaciones de la coyuntura apuntan a un aumento de la oferta de México y Perú, sumado a una mala estrategia de comercial de algunas empresas.

Sin embargo, el inconveniente es más profundo. Las temporadas de bajos resultados para los agricultores se acumulan. La mayor oferta mundial de arándanos y deficiencias en la producción chilena apuntan a un problema estructural.

Precios bajos

“Los precios de esta temporada han sido históricamente bajos en EE.UU., incluso para los orgánicos que normalmente lograban diferenciarse en este mercado”, sostiene Isabel Urrutia, analista de iQonsulting. El crecimiento de oferentes como Perú y México, le ha puesto presión a Chile.

En el caso de Perú, sus envíos de arándanos sobrepasan las 100.000 toneladas hasta la semana 3 de la actual temporada. Esto representa un aumento de 56% respecto de la campaña anterior, es decir, 36.000 toneladas más que ingresaron al mercado.

Solo Argentina parece marchar contra la tendencia, con una caída de 16% en sus exportaciones, alcanzando cerca de 14.000 toneladas despachadas a la tercera semana.

“Los mercados han percibido este aumento, principalmente de Perú. A la semana 3, Norteamérica había recibido un 19% más de fruta del hemisferio sur que la temporada pasada; Europa, 23% más, y Asia, 59%. Considerando lo anterior, el inicio de la temporada de Chile enfrentó mercados con exceso de arribos, situación que se extendió hasta mediados de enero, a lo que se sumó un aumento en los envíos de la porción temprana del país”, afirma Urrutia.

Recién hacia fines de enero, la oferta de Perú comenzó a menguar, fuertemente concentrada en EE.UU., a medida que se acercaba al fin de sus despachos, con lo que los mercados comenzaron a descomprimirse.

“Deberíamos enfrentar un mercado más despejado en las próximas semanas”, afirma Felipe Silva, presidente del Comité de Arándanos. Isabel Urrutia confirma esa proyección.

“Otros mercados, como el europeo, también han registrado precios bajos por la alta oferta. En Asia, además, se suma el efecto de competencia de las cerezas chilenas y, por tanto, el movimiento de los arándanos ha estado más lento en este último período, impactando aún más los precios de venta. No obstante, con la temporada de Perú ya en su recta final y con una menor presión, los precios repuntaron la semana pasada en EE.UU. y es de esperarse que de ahora en adelante este mercado se encuentre más despejado y con niveles de precios normales para estas alturas de la temporada, antes de que México inicie (sus envíos) con más fuerza”.

Fin de los años dorados

Con los malos resultados de la temporada 2019-2020, los ánimos en la industria no son los mejores. Incluso se comenta que la suma de varias temporadas de precios menores a los históricos marca un cambio estructural de la industria de los arándanos.

La duda sobre si es un cultivo sustentable se ha extendido. Sin embargo, Felipe Silva prefiere poner en perspectiva el complicado momento actual.

“Los años dorados del arándano se acabaron, pero contamos con condiciones para seguir siendo competitivos”, afirma el presidente del Comité de Arándanos. Silva pone el acento en que las condiciones climáticas y de suelos permiten tener arándanos de un sabor reconocidamente superior.

Otro elemento importante es que Chile es un país “barato” a la hora de plantar. La inversión necesaria para levantar una hectárea de arándanos en México ronda los US$ 100 mil, pues la producción se hace con macetas y bajo túneles. En tanto, en Perú ronda los US$ 45 mil a US$ 60 mil por hectárea. En ambos países el sustrato se debe importar.

En tanto, en Chile la inversión por hectárea se movería entre los US$ 25 mil a US$ 30 mil. Nuevamente, la geografía hace necesario menos capital para iniciar una plantación.

De hecho, a pesar de que hay agricultores que se han salido de los arándanos en las últimas temporadas, el volumen chileno sigue firme. La explicación pasa porque inversionistas grandes, generalmente ligados a exportadoras, han plantado nuevos huertos, especialmente en las zonas centro-sur y sur.

La clave es que se tratan de plantas con genética nueva, más productiva y mejor conectada a las demandas de los consumidores.

Foco en la calidad

“En un mercado internacional con la suficiente oferta, como sucede en la actualidad, hay que enfocarse en la calidad y ser consistente. Es una exigencia que llegó para quedarse”, sostiene Sebastián Carmona, gerente general de la exportadora Carsol.

Aunque hay variedades tradicionales que responden bien a las exigencias, también es cierto que existen nuevos desarrollos genéticos que aseguran alta calidad.

En forma adicional, la introducción de la selección óptica de fruta en las centrales de embalaje, que ha tenido muy buenos resultados en las cerezas, juega un papel clave en que se exporte solo la mejor calidad.

“Hay fuertes inversiones en máquinas de selección óptica, lo que muestra el compromiso de las empresas del sector”, afirma el dirigente Felipe Silva.

De hecho, el Comité de Arándanos está en plena campaña de trabajo con las firmas exportadoras y embaladoras para elevar los estándares de la oferta que sale de Chile. En el último tiempo se han realizado 1.300 verificaciones de calidad entre las empresas asociadas.

También se han dado señales de las variedades que no conviene exportar, por su baja valoración por parte del mercado. “Podemos defender en la ventana (de exportaciones chilenas) de diciembre y enero si tenemos calidad”, agrega Silva.

El trabajo del Comité de Arándanos ya tiene efectos concretos. Según datos de iQonsulting, los despachos de las variedades no recomendadas para la exportación cayeron 54% hasta la semana 3.

“Variedades que no se recomiendan por el mal comportamiento de postcosecha representan apenas el 1% del total exportado. Así también, en las que se ha recomendado un manejo restringido de cosecha, han experimentado una caída de un 8% en sus volúmenes y representan el 32% de los envíos. Finalmente, las variedades recomendadas para la exportación han aumentado un 10% sus despachos y representan el 64% del total exportado. El recuento, entonces, es una caída en torno a las 3.000 toneladas para las variedades no recomendadas y/o con limitantes en sus manejos, y de un aumento aproximado de 4.400 toneladas para las variedades recomendadas”, sostiene la analista Isabel Urrutia.

Aumentar la producción

En todo caso, la sustentabilidad de los productores no solo pasa por mejorar la calidad. También es clave la cantidad. Los tiempos de huertos con producciones de cinco a siete toneladas por hectárea son cosa del pasado. El nuevo piso de producción está en torno a las 15 a 16 toneladas por hectárea. Un trabajo más cuidadoso de los huertos, nueva genética y uso de tecnología son obligatorios para los agricultores que quieran mantenerse en el negocio.

“Si superas las 15 toneladas por hectáreas, eres totalmente capaz de competir en el escenario actual”, sentencia Felipe Silva.